miércoles, 12 de septiembre de 2012

Labyrinthus






1


Dos olores sudorosos se tantean y se miran fijamente. No quieren dejar escapar un sólo movimiento, ni una intención descartada. Uno es más bajo, por eso se empeña en acortar la distancia, el otro cree que ganará pero cuando está seguro de que va a soltar el golpe que defina la contienda retrocede para engañar y sigue fintando con un aire de pretensión.


2


En su interior, al fondo de un túnel palpita una maquinaria fractálica.  Sus pelos erizados se abandonan a la marea que produce la danza de los combatientes y al mismo tiempo la sostienen.  Las ondas rebotan sobre la piel muy restirada de un tambor tailandés que marca la cadencia de los peleadores  vibrando síncrona al ritmo del combate.



3


Mientras bailotea uno frente al otro, el bajito y pegajoso se estira, golpea latigueando como una cuerda de acero en lugar de un tallo de bambú ligero y contundente. El relámpago condensó el vacío y el otro olor espeso se siente de pronto zambullido en agua. El éter transmuta en mármol y ¡pop! estalla el parche del tambor, de inmediato  se derrama un fluido espeso y tibio. Un zzzzzzzzzzzz… inunda la caverna, el olor se desequilibra, tambalea y las luces se difuminan descomponiéndose en un espectro de colores como cuando se mira un candelero de cristal sin enfocar. Entonces sabe que ha perdido más que la pelea. 

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