jueves, 19 de abril de 2012

Palomas del parque

Son unas criaturas que se mueven en direcciones aleatorias, se reúnen en pequeños grupos para luego volver a moverse en direcciones aleatorias y reagruparse o quedarse solas. Tienen tres actividades casi únicamente. Sin ningún orden en particular: la primera es caminar en direcciones aleatorias, la segunda es comer, la tercera...bueno se deduce por contexto.

Por lo general las veo a ras de suelo, pero seguramente si tuviera una vista aérea sería aún más evidente la exclusividad de estas tres actividades y las caprichosas figuras que se forman como producto de su marcha. Es muy posible que casi ninguna sepa porqué está donde está ni de dónde vienen los alimentos que le llegan al buche. Tampoco sabe cuánto tiempo estará ahí, a dónde irá después, en fin.

No crean que estoy describiendo a esos pechugones y hasta simpáticos animalitos alados que muchos acusan de ser las ratas voladoras de la ciudad por la cantidad de plagas que se regodean en el acogedor espacio que se forma entre su piel y sus plumas. No.

Me refiero a mis experiencias etológicas de los plantones que se instalan con cierta frecuencia frente a la cámara de di-pu-ta-dos en la esquina de Donceles y Allende. Esos grupos de "personas" si vale la palabra, que vienen de lejanas y cercanas tierras, convocadas por un grupo, con unas intenciones, con cierto poder y algún presupuesto para producción y manutención de las antedichas actividades.

De acuerdo a mis investigaciones de campo traviesa la mayor parte de las cabezas que se cuentan en dicha manifestación polítco-social son paleros que vienen a hacer bola tras un sueldo que puede resultar incluso vergonzante para mí y muchos congéneres que ostentan posgrados, habilidades inusuales, intereses diversos y gustos exquisitos (y que por supuesto ganan menos en un día de trabajo).

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